Cuando una persona ingresa por primera vez a la Universidad, a veces su futuro profesional lo visualiza muy diferente a lo que dentro de unos años terminaría siendo en la realidad. Esto le pasó a don Álvaro Climent. Al matricular Ingeniería Civil en la Universidad de Costa Rica, no le pasaba por la cabeza que después se “sumergiría” en la sismología tanto como él lo hizo.
Don Álvaro Climent laboró en el ICE desde 1980 hasta el 15 de mayo de 2019.
Eventualmente, Climent llegaría a la conclusión de que la sismología y la ingeniería no son mundos separados. Al contrario, van muy, muy de la mano. Lo entendió al especializarse durante un año en Ingeniería Sísmica en el International Institute of Seismology and Earthquake Enginnering, Tsukuba, Japón.
Ya en la década de 1970 el estudio de los sismos, en Costa Rica, se realizaba en una manera más organizada y de forma permanente. Pocos años después, en 1980, Climent ingresó al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), a la Oficina de Geofísica. Recién graduado de Ingeniería, en 1982, se trasladó a la oficina de Sismología del ICE a través de dos de sus mentores, don Federico Güendel y don Guillermo Ávila. Allí encontró también la posibilidad de interactuar con otras personas importantes para su formación, como lo fueron Luis Diego Morales y Walter Montero.
En los años 1980, cuando la sismología consolidaba su auge con la creación de la Red Sismológica Nacional, Climent, junto con otras personas a quienes recuerda con cariño como Guillermo Alvarado, Ileana Boschini, Rafael Barquero y Gerardo Soto, comienzan a desarrollarse en el campo de la sismología, orientada al estudio de proyectos de generación eléctrica. Luego contaron con la incorporación de Waldo Taylor e Ivonne Arroyo y con la ayuda de Wilfredo Rojas en la UCR. Paralelamente, en esa época, junto con José M. Barrantes, Guido Calvo y María Laporte del ICE, se interesó por el monitoreo acelerográfico, orientado a la seguridad de presas, actividad que siguió realizando hasta sus últimos días en el ICE.
Álvaro Climent junto con la geóloga Ileana Boschini
El trabajo diario y la capacitación continua en el campo de la sismología, le hicieron entender a don Álvaro la relación de la sismología aplicada a la Ingeniería y su importancia en el desarrollo de obras civiles seguras.
Su trabajo en el monitoreo acelerográfico le permitió participar en el grupo que desarrolló una de las primeras ecuaciones de atenuación sísmica (1994), de uso tanto para Costa Rica como para el resto de los países del área centroamericana, y que por muchos años ha sido esencial para los estudios de amenaza sísmica en la región y que fue utilizada en innumerables estudios para el desarrollo de proyectos de generación eléctrica en el ICE.
Esta ecuación se desarrolló, según Climent, en medio de una etapa de alto desarrollo de la sismología a nivel centroamericano. A inicios de la década de 1990, centros sismológicos y Universidades de Noruega y Suecia cooperaron mutuamente con la región y contribuyeron con equipo de monitoreo sismológico, utilizando la misma tecnología y plataforma de trabajo en todos los países e impulsando la investigación sismológica, en un esfuerzo internacional de recolección, integración y análisis de datos sísmicos que generó un amplio conocimiento en el campo de la sismología y la amenaza sísmica y su aplicación en el campo de la ingeniería, particularmente en la reducción del riesgo.
Personal de Sismología del ICE a mediados de la década de 1990.
Con el pasar de los años, el Ing. Climent se fue especializando en el campo de la amenaza sísmica y el monitoreo acelerográfico de presas. El primero de estos temas es fundamental para una adecuada prevención de desastres, ya que suministra información de carácter sísmico para el adecuado diseño de obras de ingeniería. Por su parte, el monitoreo por medio de acelerógrafos contribuye de igual forma al estudio de la seguridad sísmica de presas.
Como parte del proyecto de cooperación técnica del gobierno Noruego, Don Álvaro participó en el proyecto de Microzonificación Sísmica del Área Metropolitana de San José, en la década del 2000, cuya investigación fue reconocida con el premio nacional Bayardo Selva del 2002 (Asociación Costarricense de Geotecnia).
En 2008, formó parte del grupo técnico que realizó el último estudio de amenaza sísmica para Costa Rica dentro del marco del proyecto RESIS II para América Central (a través de cooperación noruega), investigación que mantiene vigencia hoy en día.
Don Álvaro ha sido partícipe de múltiples congresos, talleres y seminarios, tanto como participante como expositor a nivel local como internacional. Ha participado en la elaboración de una cantidad importante de informes técnicos, publicaciones y libros relacionados con la sismología aplicada y la amenaza sísmica. Además, ha sido invitado a realizar pasantías técnicas en México, USA, Noruega y España; y a participar en cursos internacionales en México, Perú, Nicaragua, Guatemala, Holanda y Colombia.
A partir del año 2000, don Álvaro forma parte del Comité de Aspectos Sísmicos del Diseño de Presas del Comité Internacional de Grandes Presas (ICOLD).
Desde su incorporación a la Oficina de Sismología del ICE, el Ing. Climent ha sido parte del grupo de la Red Sismológica Nacional (RSN), en la cual encontró siempre un apoyo técnico importante y sobre todo unos excelentes amigos, tanto en las viejas como en las nuevas generaciones.
Álvaro Climent en charla sobre monitoreo acelerográfico en las instalaciones del ICE, 2008
Algo que don Álvaro aprendió muy bien de las personas que lo formaron fue siempre compartir su conocimiento y experiencias con sus colegas. Por esa razón, la motivación de seguir aportando persiste porque sabe que aún falta por hacer. Si bien desde la década de 1990 hay más personas que se han capacitado en el campo de la ingeniería sísmica, todavía hacen falta más profesionales (mucho de ese talento, capacitado en el exterior, no regresa al país) y recurso con el que se pueda generar más y mejor conocimiento sobre la Sismología aplicada a la Ingeniería. En su caso, y pese a su jubilación, espera seguir aportando unos años más, principalmente desde el campo de la investigación.
El ejemplo de Climent demuestra que los caminos a veces conducen hacia direcciones distintas a las planeadas en un inicio, y eso claramente no tiene nada de malo. Es más, se puede aprender y a la vez disfrutar de ese proceso. “No tengo nostalgia, sino que me siento muy contento y afortunado de la carrera profesional que me toco vivir. La vida es de tiempos y momentos que se viven, y a mí me han gustado mucho”, rememora.
Justin Leiva