Los lagos volcánicos son acumulaciones de agua dentro de un cráter de un volcán. Actúan como si fueran un filtro, ya que atrapan o disuelven los gases ácidos que emanan de los volcanes. Se clasifican bajo dos categorías: la mayoría de los lagunas del mundo son frías (temperatura por debajo de la temperatura ambiente), aunque también existen calientes (temperaturas superiores a la temperatura del ambiente). La formación y permanencia de los lagos volcánicos está condicionada por tres factores principales:
1. Que exista un cráter (si no hay depresión no puede haber acumulación de agua).
2. Que el fondo del cráter sea impermeable (compuesto por suelos arcillosos que impidan la filtración del agua).
3. Que el aporte de agua (esencialmente proveniente de lluvia) sea mayor a la evaporación.
En Costa Rica existen tanto lagos fríos (laguna Hule, Río Cuarto, Botos, etc) como calientes (Rincón de la Vieja, cráter principal del volcán Poás). La laguna caliente del volcán Poás se encuentra hoy en el nivel de agua más bajo que ha presentado en los últimos 19 años. La evaporación completa del lago significaría la remoción del filtro gaseoso, es decir, una vía libre para los gases hacia la atmósfera y, por ende, un incremento en las lluvias ácidas que afectarían, en última instancia, a la agricultura, a la población y a las personas turistas. Es por este motivo que la Red Sismológica Nacional ha reforzado la vigilancia de estos lagos y el seguimiento, semana a semana, de los pulsos de actividad volcánica.