Un volcán se forma cuando el magma rico en gas asciende desde una cámara magmática hacia una fisura pre-existente en la corteza terrestre por medio de un conducto llamado chimenea. Las erupciones de lava, de material piroclástico o combinación de ambos, que se siguen a menudo separadas por largos períodos de inactividad, acaban formando la estructura que llamamos volcán.
En la cima de muchos volcanes existe una depresión con paredes internas empinadas: el cráter. Los cráteres son rasgos estructurales que se construyen, paulatinamente, a medida que los fragmentos expulsados se acumulan alrededor de la chimenea formando una estructura en forma de dona. Algunos volcanes tienen más de un cráter en la cima, mientras que otros tienen depresiones muy grandes, más o menos circulares, denominadas calderas. Durante los primeros estados del crecimiento, la mayor parte de las erupciones volcánicas provienen de la chimenea central. A medida que un volcán madura, el material también tiende a emitirse desde las fisuras que se desarrollan a lo largo de los flancos o en la base del volcán, formando así conos parásitos.
La forma de un volcán está determinada en gran medida por la composición del magma que contribuye a su formación. En efecto, las lavas de tipo hawaiano tienden a producir estructuras amplias con pendientes suaves, mientras que las lavas ricas en sílice más viscosas tienden a generar conos con pendientes de moderadas a empinadas.
Fotografía: fuente RSN. Se observa desgasificación intensa de la laguna caliente, en el cráter principal, que provoca lluvia ácida y por ende la muerte de vegetación cercana en la llamada "zona de la muerte". En la parte superior se ubica la laguna Botos, antiguo foco de actividad.
Fuente: Tarbuck, E. & Lutgens, F., 2001: Ciencias de la Tierra: una introducción a la geología física [6ª ed.].- 540 págs. Prentice Hall, Madrid España.