Desde 1539 hasta 2000 se registraron 49 tsunamis en América Central. 10 de ellos tienen reportes de daños: siete en el Pacífico y tres en el Caribe (Fernández et al., 2000; Fernández, 2001). Es posible que el tsunami de Indonesia del 2004 y el de Japón del 2011 hayan llegado a la región centroamericana con alturas de unos pocos centímetros. La estimación empírica de la amenaza por tsunamis sugiere que el área con mayor potencial tsunamigénico en la costa pacífica es el segmento que va desde Guatemala hasta Nicaragua y la parte central de Costa Rica; y en el Caribe, el golfo de Honduras y las costas de Panamá y Costa Rica. Temblores de magnitud igual o mayor que 7.0 con epicentros en suelo marino o continental, cercano a la costa, podrían generar tsunamis que impacten áreas de riesgo. Las costas centroamericanas están expuestas a los tres tipos de tsunamis, pero principalmente a los locales. El último tsunami del área, el de Nicaragua de 1992, es una real evidencia de la amenaza por tsunami en América Central.
En la región de la costa Caribe se tienen reportes de 12 tsunamis que han golpeado pueblos costeros entre 1539 y 2000. Los temblores que han causado tsunamis en la costa Caribe de América Central son tanto del sistema de fallas que conforman el límite entre las placas Norteamericana y Caribe (cerca de la frontera entre Guatemala y Honduras) y del Cinturón Deformado del Norte de Panamá (un conjunto de fallas en el mar Caribe panameño que se extiende hasta Costa Rica). Son temblores de profundidad superficial, muchos de ellos con el epicentro en el área continental, lo que confirma que no solamente los temblores originados en el piso oceánico disparan tsunamis. El único tsunami del Caribe con reporte de muertes azotó el archipiélago de San Blas, frente a las costas de Panamá, en 1882.
En realidad, hasta la fecha, los tsunamis más grandes de América Central han ocurrido en la costa pacífica. Esto es de esperar considerando que la fosa Mesoamericana, ubicada frente a dicha costa, es el límite tectónico de la región con una mayor actividad sísmica. Treinta y siete tsunamis han golpeado esta costa desde 1539 hasta el 2000. 23 tsunamis fueron disparados por temblores de subducción debido a la interacción entre las placas del Coco y Caribe, uno provino de la Zona de Fractura de Panamá, dos de fallas superficiales, uno de la interacción entre las placas Norteamericana y Sudamericana y de seis más se desconoce la fuente. A lo largo de la costa pacífica, muchos de los temblores tsunamigénicos tienen su epicentro en el área continental o cerca de la costa, lo cual pudo haber contribuido a la reducción de la altura de la ola. Los tsunamis provocados por temblores con epicentro en el mar han sido los más destructivos. El tsunami de mayor amplitud conocido en la región fue en Nicaragua, el 1 de setiembre 1992, con 9,5 m de altura, que ocasionó la muerte de al menos 170 personas. El temblor que ocasionó el tsunami de Nicaragua en 1992 es un caso especial denominado temblor tsunami. Son los llamados temblores lentos, cuya energía toma gran tiempo para acumularse y cuando ocurre el temblor, este puede ser sentido por la población débilmente. Por esta razón y porque hay una gran desproporción entre el tamaño del temblor y el del tsunami, estos eventos son engañosos. En la costa pacífica hay 60 centros poblacionales expuestos a los efectos de tsunamis, de los cuales 19 se encuentran en Costa Rica; entre ellos Puntarenas, Caldera, Quepos y Golfito. El Golfo Dulce se encuentra dentro de las localidades que se ven más afectadas frente a un tsunami como cuando fue destruido por el evento ocurrido en 1854.
Ambas costas han sido golpeadas por los tsunamis y en ambas ha habido reportes de extensiva destrucción y pérdida de vidas. Sin embargo, la costa pacífica tiene mayor amenaza que la Caribe. El tsunami de Nicaragua de 1992 es el más grande de América Central. De este evento se aprendieron dos importantes lecciones: 1- un temblor relativamente pequeño puede generar un gran tsunami y 2- la ausencia de grandes tsunamis históricos no necesariamente significa que ellos no ocurrirán alguna vez en el futuro. Esta posibilidad representa una amenaza potencial. Por tanto, en América Central debemos prepararnos para enfrentar correctamente la llegada de un tsunami porque tanto en la costa Caribe como en la pacífica ocurren temblores submarinos que pueden generarlos. Los estudios indican que en ambas costas han ocurrido pequeños tsunamis (Fernández et al. 1999, Fernández et al. 2000, Fernández y Rojas 2000, Fernández 2002, Fernández y Alvarado 2005).
Dos reglas básicas para enfrentar un tsunami son:
1. Si siente un gran temblor en una zona costera, aléjese de la playa y busque sitios altos (cerros, edificios altos) si existen.
2. Si el mar se retira después de un gran temblor, huya de la playa porque un tsunami podría llegar en los próximos minutos.
Fotografía: Masacha después del tsunami del 1 de setiembre 1992. Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER), recuperado de http://web-geofisica.ineter.gob.ni/tsunami/tsu-nic92.html [10/03/2015].
Fuentes:
Fernández, M., Molina, E., Havskov, J., Atakan, K., 2000: Tsunamis and tsunami hazard in Central America. Natural Hazards 22: 91-116.
Fernández, M., Rojas, W., 2000: Amenaza sísmica y por tsunamis, en: Denyer, P., Kussmaul, S.(Eds), Geología de Costa. Editorial Tecnológica de Costa Rica.
Fernández, M., 2002: Daños, efectos y amenaza de tsunamis en América Central. Rev. Geol. Amer. Central, 26: 71-83.
Fernández, M., Alvarado, G., 2005: Tsunamis and tsunami preparedness in Costa Rica, Central America. ISET Journal of Earthquake Technology, Paper 466, Vol. 42, No. 4, pp 203-212.