¿Ocurren los flujos de azufre en Costa Rica?

    Sí. Durante la mañana del 11 de enero de 2012, compañeros de la RSN fueron a realizar mediciones en el volcán Turrialba: descendieron en el cráter Noroeste y se encontraron uno de los eventos volcánicos más extraños y fascinantes conocidos. A lo largo de la pared del cráter, bajaba una colada o flujo de azufre, que a su sorpresa, se encontraba en pleno movimiento. Este tipo de flujos se han reportado en menos de 20 volcanes alrededor del mundo y sólo en dos se ha podido observar en vivo su movimiento (volcán Shiretoko, Japón y ahora el volcán Turrialba). Se realizaron mediciones del flujo (longitud, forma, temperatura) y se tomaron muestras con el fin de describir este espectacular fenómeno.

    Se concluyó, en aquél momento, que el volcán estaba más activo y su sistema más caliente; es decir, había una mayor probabilidad de erupción. A raíz de esto se comunicó el hallazgo a las autoridades (como la Comisión Nacional de Emergencias), encargados del Parque Nacional Volcán Turrialba y a los medios de prensa.

    Con el propósito de evaluar la evolución de la actividad del volcán, se decidió volver al cráter del coloso el 12 de enero del 2012: Durante esta visita se observaron más flujos de azufre (el sistema seguía caliente), significando un aumento en la actividad del volcán. Se tomaron nuevas muestras del flujo y se presenciaron en el cráter constantes retumbos y caídas de rocas, producto de los sismos superficiales causados por la actividad volcánica.

    Los compañeros decidieron terminar el trabajo como respuesta al gran riesgo y temor que se sentía en ese momento. Horas más tarde, lo previsto ocurrió: el volcán Turrialba produjo una erupción freática, con salida de ceniza y lapilli (fragmentos de material volcánico) en una nube incandescente por la alta temperatura de los gases. Otra nueva erupción se registró el 18 de enero del 2012.

    La vigilancia volcánica es fundamental para evaluar la actividad (y el riesgo que significan) de los bellos y peligrosos volcanes, en cuyas faldas vivimos en estado de permanente vulnerabilidad. 

    Fotografía tomada por personal de vulcanología de la RSN.